A la lejanía del barrio Villanueva de Barranquilla, a donde no llega el ICBF, ni otro tipo de ayuda oficial, sí lo hizo un grupo de 6 entusiastas misioneros norteamericanos para hacer mejoras locativas en la Institución Educativa Ayúdame a Vivir.

“Estamos en Barranquilla hablando en algunas iglesias, trabajando por los colegios, pintando, también vamos a estar compartiendo con los niños, solo queremos hacer la diferencia y creemos que Jesucristo es quien hace la diferencia en nosotros y queremos que haga la diferencia en la vida de otras personas”, dijo Justin Blankenship, líder de los misioneros norteamericanos.

Ya son 4 años consecutivos de visitas, en dos de ellos ha estado Blankenship, quien quedó enamorado de la ciudad.

Una vallenata con corazón barranquillero es el enlace entre los norteamericanos y Colombia, a través de una iglesia.

“Ellos a raíz de la primera visita que hicieron, quedaron encantados y vieron necesidad de apoyar a la gente vulnerable de la ciudad. Ellos allá recogen recursos para poderlos invertir”, dijo Liliana Molina.

La Institución Educativa Ayúdame a Vivir tiene 15 años sobreviviendo de la solidaridad de amigos, la ayuda extranjera, sin tratados ni firmas, es para ellos un regalo celestial. Son 71 niños y 64 niños los beneficiados.

“Es una respuesta del cielo porque. Admiro que ellos estén gastando una semana para ayudar a esta obra que es muy necesitada como en el barrio Villanueva, están dando su tiempo y dinero, es una bendición del cielo para nosotros”, precisó Flor Sánchez de Carbonó, directora del centro ejecutivo Ayúdame a Vivir.